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jueves, 3 de enero de 2013

Verano y cremallera



Cubriré con trapos
para que no suene
las fauces diminutas del surco para dos
plantado de aspirina
que fue quedando en uno
mirándome con hambre los dedos.
Me cago en las piernas
de hacer fuerza con los brazos.

Ojalá te huela cerca
cuando saque la nariz para husmear
y, quizá,
romperme la garganta
   gritando que, 
sin ojos,
te querré en braille,
y el agua me llegue a las manos,
y saque el cubo de achicar,
y no me haya dado cuenta
que no sólo era verano
porque no llovía.


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